PRECURSORES DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO EN CUBA*
Como había sucedido antes en Europa, impulsado por los "ilustrados" del siglo XVIII, que mucho se inspiraban en los descubrimientos científicos del siglo anterior, en Cuba el moderno pensamiento científico debió imponerse en lucha contra el escolasticismo medieval que dominaba la enseñanza y favorecía el dogmatismo y la superstición. No fue hasta casi 70 años después de creada en 1728 la Real y Pontificia Universidad de La Habana, que se permitió en ella, por primera vez, una exposición pública de la teoría heliocéntrica de Copérnico. Nada de extraño tiene pues que en 1798 el padre José Agustín Caballero escribiera en el Papel Periódico de la Habana: "Murió para siempre el horrísono escolasticismo en Europa [...] Desaparecieron con él las negras sombras que obscurecían los delicados entendimientos. Entró en su lugar la antorcha de la verdad: el experimento. Así es en toda la Europa sabia, y así debía ser en todo el mundo. Pero ¿es así en la Habana?..."
La Ilustración tuvo en España una manifestación particularmente influyente en la actuación pública de Gaspar Melchor de Jovellanos y la creación de Sociedades de Amigos del País, una de las cuales se estableció en Cuba en 1792. Entre sus socios fundadores se contaron el gobernador, Luis de las Casas, Francisco de Arango y Parreño, Tomás Romay y José Agustín Caballero, a quienes se sumaron posteriormente figuras tan notables como el obispo Juan José Díaz de Espada, Félix Varela y Felipe Poey, entre otras.
En aquel contexto -donde ha de incluirse el interés de los hacendados cubanos en promover la enseñanza de la física y la química para responder a las demandas de la industria azucarera-, fue que surgieron varios de los iniciadores y primeras figuras descollantes del pensamiento científico en Cuba, entre los cuales se cuentan las que se presentan a continuación, bien que en muy apretada síntesis.
TOMÁS ROMAY (1764-1849)
TOMÁS JOSÉ DOMINGO RAFAEL DEL ROSARIO ROMAY CHACÓN. Nació en La Habana en 1764, y falleció en la misma ciudad, en 1849. Médico, higienista, humanista y educador. Recordado, particularmente, por haber introducido y difundido la vacunación antivriólica en Cuba, a partir de 1804. Por sus acciones de prevención de enfermedades y de promoción de la salud se lo considera el primer higienista cubano. Tras obtener el título de Bachiller en Artes en 1783, comenzó los estudios de Jurisprudencia en el Seminario de San Carlos, que abandonó para dedicarse a los de Medicina, cuyo grado de Bachiller obtuvo en 1789. Cumplidos dos años de práctica reglamenaria y tras someterse a examen ante el Real Tribunal del Protomedicato, en 1791, se convirtió en el trigésimo tercer graduado de Medicina en Cuba. El mismo año ganó por oposición la cátedra de Patología de la Real y Pontificia Universidad de La Habana. Propició la reanudación de la enseñanza práctica de la anatomía y modernizó la docencia de la medicina clínica, que él mismo impartió desde 1834, para lo cual introdujo nuevas concepciones y textos. Cofundador, en 1790, del Papel Periódico de La Habana, del que fue uno de sus principales redactores hasta 1848; fue también cofundador de la Real Sociedad Patriótica de La Habana (la actual Sociedad Económica de Amigos del País). Sus escritos versan sobre temas de carácter científico, filosófico, histórico, e incluso literario. Fue una de las principales figuras intelectuales de la primera corriente reformista criolla de finales del siglo XVIII y principios del XIX, junto al estadista Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), el filósofo José Agustín Caballero (1762-1835), el poeta Manuel de Zequeira (1764-1846), y el ilustrado hacendado Nicolás Calvo de la Puerta (1758-1800). Abogó por la enseñanza primaria gratuita y ofreció su cooperación para mejorar y difundir la instrucción pública.
JOSÉ AGUSTÍN CABALLERO (1762-1835)
JOSÉ AGUSTÍN CABALLERO DE LA TORRE. Nació en La Habana, en 1762, y falleció en la misma ciudad, en 1835. Sacerdote, educador, uno de los más importantes representantes de la Ilustración Reformista criolla entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Enfrentó abiertamente el escolasticismo aristotélico en sus escritos. A los 21 años se recibió de Dr. en Teología de la Real y Pontificia Universidad de La Habana, dirigida entonces por los padres dominicos. A partir de 1804, hasta su muerte, ocupó la cátedra de Escritura y Teología Moral del Seminario, del cual fue Rector de 1805 a 1820. Fueron alumnos suyos Félix Varela, José Antonio Saco y José de la Luz Caballero, su sobrino. Redactor del Papel Periódico de la Habana (1790-1797), fue también el primer profesor en respaldar en Cuba el punto de vista de la física newtoniana, aunque sin mencionar ninguno de sus principios ni referirse al sistema heliocéntrico copernicano (cuya enseñanza estaba prohibida oficialmente por la Iglesia).
FÉLIX VARELA (1788-1853)
FÉLIX VARELA MORALES. Nació en La Habana, en 1788, y falleció en San Agustín, EEUU, en 1853. Sacerdote, educador, hombre de ciencia, escritor y patriota cubano. Iniciador en Cuba de la enseñanza de la física experimental, a cuyo efecto y con el decidido apoyo del obispo Espada, creó en el Seminario San Carlos habanero un gabinete de física y química con equipamiento importado de Europa (1816). Observador perspicaz, dotado de gran sentido práctico, enfrentó el anquilosado punto de vista escolástico prevaleciente en la enseñanza universitaria cubana de la época y utilizó el español en lugar del latín en la mayor parte de sus escritos. Autor de varios textos excelentes de divulgación y de enseñanza científica, entre ellos, el 4° tomo de sus Instituciones de Filosofía Ecléctica para Uso de la Juventud (1814) y el 4° tomo de sus Lecciones de Filosofía (1820), cuyo contenido actualizó y reeditó sucesivamente en los Estados Unidos, en 1824, 1828, 1832 y 1841. José de la Luz Caballero y José Antonio Saco fueron dos de sus alumnos más destacados, quienes lo sustituyeron en la cátedra de filosofía del Seminario, luego de haber sido encargado de las cátedras de Constitución y Economía Política, partir posteriormente para España tras haber sido electo diputado a cortes, y tener que exiliarse en los Estados Unidos para escapar de la represión de la monarquía absoluta vuelta al poder en España. Establecido en aquel país desde 1823, sin dejar de ejercer activamente el sacerdocio, publicó, desde 1824, el periódico independentista El Habanero, que se distribuía clandestinamente en Cuba colonial. Sus restos fueron repatriados en 1911 y se conservan en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
FELIPE POEY (1799-1891)
FELIPE POEY ALOY. Nació en La Habana, en 1799, y falleció en la misma ciudad, en 1891. Dedicó toda su larga vida al estudio de la fauna cubana, a la enseñanza, y a la formación de otros investigadores, entre ellos, Carlos de la Torre. En Francia, de donde procedía su padre, realizó sus estudios juveniles. Luego se graduó de abogado en Madrid, pero nunca ejerció la profesión. A su regreso a Cuba, comenzó a interesarse por los peces y las mariposas. Llevó a Francia sus dibujos de mariposas y un barril de aguardiente lleno de peces, y entregó ambos al gran naturalista Cuvier. Allí participó en la fundación de la Sociedad Entomológica y publicó en francés, en 1832, su primera obra importante: Centuria de los Lepidópteros de la Isla de Cuba. En 1836 vio la luz su primer libro de geografía de Cuba, del cual publicó 19 ediciones, la última en 1860. Pero su obra mayor, dedicada a describir los peces cubanos fue la gran Ictiología Cubana, presentada en manuscrito en la Exposición Internacional de Amsterdam, donde fue premiada con medalla de oro (1883). Por ser de costosa impresión, durante más de un siglo no se publicó completa, ni en Cuba ni en España (donde se hallaba depositada), y solo se publicaría en Cuba íntegramente ¡en el año 2000! Catedrático de Historia Natural de la Universidad habanera hasta su fallecimiento, fue uno de los fundadores de la Real Academia de Ciencias Médicas, Física y Naturales de La Habana (inaugurada en 1861) y el primer presidente de la Sociedad Antropológica, electo en 1877. Sustentó biológicamente la igualdad de todos los seres humanos, en oposición a los criterios racistas sostenidos entonces por algunos científicos.
BENITO VIÑES (1837-1893)
BENITO VIÑES MARTORELL. Nació en Poboleda (Cataluña, España), en 1837, y falleció en La Habana, en 1893. Sacerdote jesuita, estudioso de las ciencias de la Tierra, particularmente el geomagnetismo y la meteorología. A partir de sus conclusiones derivadas de las observaciones meteorológicas que realizó en Cuba entre 1870 y 1893, se convirtió en fundador de la ciencia ciclónica, aplicable a todas las regiones del planeta donde se desarrollan tormentas giratorias tropicales. Graduado en Ciencias Naturales y en Física por la Universidad de Salamanca, recién ordenado sacerdote en Francia (donde se hallaban los jesuitas, expulsados de España en el contexto de la revolución "liberal" de 1868) fue enviado a Cuba en 1870 para dirigir el Observatorio Físico-Meteorológico del Colegio de Belén, donde, durante más de dos decenios, realizó una obra ejemplar desde el punto de vista científico y práctico, tal como de la predicción de la trayectoria de los huracanes y la preparación los avisos correspondientes, para su difusión por la prensa y por vía telegráfica. Sus Apuntes relativos a los huracanes de las Antillas en septiembre y octubre de 1875 y 1876 fueron publicados en 1877 en los Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, institución que lo había elegido Socio de Mérito en 1873. Otro trabajo suyo, titulado Investigaciones relativas a la circulación y traslación ciclónica de los huracanes de las Antillas, ha sido considerado su testamento científico, por cuanto Viñes falleció muy poco después de redactarlo y enviarlo al Congreso Meteorológico de Chicago de 1893, a petición de los organizadores del evento.
ÁLVARO REYNOSO (1829-1888)
ÁLVARO REYNOSO VALDÉS. Nació en Artemisa, en 1829, y falleció en La Habana, en 1888. Eminente químico y agrónomo cubano de fama mundial, Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de París (1856), miembro de varias instituciones científicas extranjeras y miembro de mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Entre sus publicaciones científicas y técnicas sobresale su obra magna, Ensayo sobre el Cultivo de la Caña de Azúcar, cuya edición de 1865 despertó tal interés, que se publicó traducida al holandés ese mismo año, al portugués, en 1868 y al francés, en 1878. Establecido en Francia entre 1864 y 1883, desarrolló diversas innovaciones de carácter industrial, una de las cuales fue premiada en la Exposición Universal de París (1878) y adquirida para ser puesta en operación en Java (entonces colonia holandesa).
CARLOS J. FINLAY (1833-1915)
CARLOS JUAN FINLAY BARRÉS. Nació en Puerto Príncipe (hoy Camagüey), en 1833, y falleció en La Habana, en 1915. Médico, autor de numerosos trabajos científicos, el más trascendente de los cuales fue su explicación del modo de transmisión de la fiebre amarilla por la hembra del mosquito de la especie hoy conocida como Aedes aegypti, que constituyó una nueva concepción epidemiológica a nivel mundial y permitió tomar las medidas prácticas adecuadas para combatir la enfermedad. Hijo de padre inglés, (médico, dueño de un cafetal en Cuba) y madre de ascendencia francesa, nacida en la isla de Trinidad, realizó sus estudios secundarios en Francia y cursó la carrera de medicina en Filadelfia, donde se doctoró en 1855. En 1857 revalidó su título en la Universidad habanera. A partir de 1868 realizó importantes estudios sobre la propagación del cólera en La Habana, que no se pudieron publicar hasta que, en 1873, lo hizo la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, institución de la cual fue elegido Miembro de Número en 1895 y Secretario y encargado de las relaciones internacionales. El 14 de agosto de 1881, presentó ante la Real Academia habanera su trabajo titulado El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla, producto de una serie de observaciones muy precisas sobre el comportamiento de las diferentes especies de mosquitos existentes en La Habana. También estudió el muermo, describió el primer caso de filaria observado en América (1882), incursionó ocasionalmente en cuestiones científicas de carácter más teórico y practicó la oftalmología, que era la especialidad de su padre. Luego del cese de la dominación colonial, una comisión estadounidense presidida por Walter Reed e integrada en Cuba por James Carroll, Jesse Lazear, y el cubano Arístides Agramonte, ante el fracaso de los intentos previos de controlar la epidemia de fiebre amarilla que azotaba al país, visitó a Finlay en agosto de 1900 para solicitarle su colaboración. Él les hizo algunas recomendaciones, y les entregó varias de sus publicaciones y una jabonera con huevos del mosquito Aedes aegypti, obtenidos en su laboratorio doméstico. Walter Reed publicó los resultados de los experimentos científicos confirmatorios realizados posteriormente (en cuyo contexto hubo que lamentar el fallecimiento del Dr. Lazear). Como resultado de la aplicación de las recomendaciones de Finlay, se produjo la virtual eliminación del brote epidémico de fiebre amarilla existente en La Habana, en 1901, gracias a una campaña dirigida al efecto por el médico militar estadounidense William Gorgas (quien, posteriormente, la repitió en Panamá para viabilizar la construcción del Canal). En 1902, al proclamarse la independencia de Cuba, Finlay fue nombrado Jefe superior de Sanidad. En su honor, la fecha de su nacimiento (3 de diciembre) ha sido declarada el Día de la Medicina Latinoamericana.
*Cortesía de: José A. Altshuler. Académico, Academia de Ciencias de Cuba