HISTORIA DE LAS GEOCIENCIAS EN CUBA (*)

Aunque la geología como ciencia natural es relativamente joven, de hecho, como “conocimiento necesario” su surgimiento se remonta al advenimiento mismo del ser humano como especie y su historia está directamente relacionada con la evolución de la sociedad, por lo que no puede comprenderse adecuadamente si no es en estrecha relación con el acontecer histórico nacional e internacional. Por eso se presenta esta síntesis histórica a tenor con las diferentes etapas por las que ha transitado el conocimiento geólogo-minero, desde la colonización humana del territorio cubano por las comunidades aborígenes hasta el presente. En los párrafos siguientes se ofrece una breve caracterización del acontecer geólogo-minero en Cuba, de las etapas aborigen, colonial, del gobierno de intervención estadounidense, republicana neocolonial y socialista. Es importante conocer en qué medida la geología y la minería han marcado el devenir de la sociedad cubana.

 

ETAPA ABORIGEN

Es conocido que el territorio cubano fue poblado por varias culturas procedentes de los continentes cercanos, tanto del norte, como del sur, pero fueron los aruacos suramericanos quienes se asentaron y crearon comunidades estables. De acuerdo con su desarrollo cultural, los aborígenes utilizaron una serie de materias primas minerales, que debieron localizar y seleccionar, lo que implica un conocimiento rudimentario de la prospección geológica. El hecho mismo de escoger el barro adecuado para construir sus vasijas de cerámica, así lo indica (Figura 1).

Ellos también explotaron la piedra, que tallaron hasta convertirla en objetos de uso cotidiano o de carácter místico. Tales son la caliza, la arenisca, la diorita, la serpentinita, el pedernal y la concha. El metal que más explotaron fue el oro, el cual obtenían mediante el lavado de las arenas de algunos ríos. Este era utilizado para confeccionar diferentes tipos de adornos. Desde la llegada de los españoles, comenzaron a elaborar objetos aprovechando el cobre y el hierro. El desarrollo natural de aquellas culturas primitivas fue brutalmente interrumpido por el colonizador español, que impuso sus leyes y conceptos a un pueblo que se negó a asimilarlas. Los restos de estas poblaciones se mezclaron con otras razas y escaparon hacia regiones aisladas, pero algunos elementos de su cultura quedaron hasta nuestros días.
 

ETAPA COLONIAL

Desde el mismo inicio de la colonización española, en 1510, el Rey de España se preocupaba por conocer las riquezas de la isla. Para ello, encargó a Diego Velázquez la exploración de estos recursos; tarea que fue llevada a cabo por Pánfilo de Narváez, en 1511. Estos constituyeron los primeros trabajos de prospección geológica realizados por los españoles, que pronto abandonaron su interés por los minerales, cuando descubrieron la pobreza en oro del archipiélago cubano y se percataron, en cambio, de la riqueza de otros territorios americanos. No obstante, se llevó a cabo alguna producción de oro y de otros metales extraídos del subsuelo cubano, a medida que se iban descubriendo. La primera minería en practicarse en Cuba fue la de los materiales de construcción y el oro; ya a fines del siglo XV había un control del gobierno sobre la extracción de este metal.

Las primeras remesas de oro enviadas al Rey de España, en 1515, tuvieron un valor de 12 437 pesos. Posteriormente, hasta 1538, se enviaron 2 millones de pesos más. En ambos casos, estas cifras representan un quinto que se mandaba al Rey de España, del volumen extraído de los lavaderos de los ríos en Bayamo, Jobabo y Guaimaro.

En 1530, se conocía la presencia de cobre en Cuba oriental, que comenzó a explotarse de manera muy rudimentaria, en 1540, en el yacimiento que después devendría la mina El Cobre. De esta misma forma, se extrajo cobre de Bayazo, en 1580; de Bacuranao, en 1589; de Bayatabo, en 1830; y de la Mina Unión (Mantua), en 1840. El hierro se localizó en la Sierra Maestra, en Daiquirí, y Firmeza, en la zona de la Gran Piedra, y comenzó a explotarse desde 1884. También se localizó en La Caldera, Cienfuegos. El manganeso se descubrió, en 1882, en varias localidades de la Sierra Maestra; se explotó enseguida, en la Mina Boston. El asfalto fue descubierto en la bahía de Cárdenas, desde las primeras visitas de las carabelas españolas a la isla de Cuba, pues lo emplearon para calafatear (impermeabilizar) sus naves. El petróleo en Cuba se descubre en 1873.

En general, la producción de metales fue muy baja durante la colonia: cobre: 340 000 t, hierro: 3 658 508 t, manganeso: 77 228 t, y oro: 3 millones de pesos. Aunque se utilizó extensamente la piedra en la construcción de caminos, villas y fortalezas, no hay noticias de los volúmenes de extracción . La minería de la época colonial estuvo amparada por la Ley de Minas, la cual entró en vigor el 6 de junio de 1859, en un momento en que la extracción de minerales alcanzaba cierto interés.

El desarrollo de las investigaciones geológicas en estos años, se ha considerado como muy pobre. El verdadero nacimiento de los estudios geológicos no ocurrió hasta el siglo XIX, a partir de la visita a Cuba del sabio alemán Alejandro de Humboldt —considerado el “padre” de la geología cubana—, quien realizó distintas investigaciones. Sus descripciones de la geología son bastante generales, pues reconoció tres grupos de rocas de las llamadas eras secundaria y terciaria, terminología ya en desuso. Otras contribuciones al conocimiento de nuestra geología fueron publicadas por Ramón de la Sagra, Policarpo Cía, Miguel Rodríguez Ferrer, y una pléyade de paleontólogos europeos de la talla de Joseph Cuvier, Alcides d´Orbigny y Alexander Agassiz. Estos últimos descubrieron un número importante de nuevas especies de organismos extintos, basados en el estudio de sus restos fósiles colectados en la isla.

Uno de los resultados científicos más importantes de este período, fue el primer Croquis geológico de Cuba —elaborado por los ingenieros Manuel Fernández de Castro, y Pedro Saltaraín y Legarra—, publicado en Madrid, en 1869 (Figura 2.5). Poco después, en 1881, Manuel Fernández de Castro presentó al Congreso Internacional Americanista, celebrado en Madrid, una extensa exposición sobre la constitución geológica de Cuba. En este trabajo, describe la presencia de serpentinitas, diabasas y andesitas, así como de rocas sedimentarias del Mesozoico y el cenozoico; fundamenta su estudio con listas de fósiles característicos. También describe los macizos metamórficos y de rocas plutónicas. En aquella ocasión, Fernández de Castro defendió la tesis sobre la unión de Cuba con el continente durante el Pleistoceno, para explicar el origen de los animales cubanos. Este tema se encontraba en el centro del debate científico del momento; incluso, hoy día, forma parte de los problemas en discusión por las comunidades científicas nacional e internacional. Asimismo, por esta época, el sabio cubano don Felipe Poey y Aloy publicó Mineralogía de Cuba, quizá, la primera obra de este tipo elaborada por un criollo.

En el período comprendido entre 1853 y 1898, se realizaron diversos estudios con vistas al aprovechamiento de las aguas subterráneas para el abasto a poblaciones, siendo el más importante el ejecutado, en 1853, por el ingeniero Jesús F. de Albear y Lara, consistente en el proyecto para la construcción del Acueducto de La Habana, además de otros, para las ciudades de Matanzas (1872), Cárdenas (1873), Sancti Spiritus (1885), Rodas (1889), Camagüey y San Antonio de los Baños (1895), aprovechando, en lo fundamental, las aguas de manantiales y cavernas.

Es importante destacar que en esta etapa, en mayo de 1861, se fundó, en La Habana, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, de la cual fueron miembros un grupo de científicos relacionados con las ciencias de la tierra, creándose una Comisión Permanente de Historia Natural, Anatomía Comparada, Geología y Paleontología, la cual, desde 1867, se convirtió en la Comisión de Zoología, Botánica y Geología. En esta comisión, trabajaron en temas de interés para las Geociencias: Francisco de Albear Fernández de Lara, Manuel Fernández de Castro y Suero, Felipe Poey y Aloy, Pedro Salteraín Legarra, José Seidel Aymerich, Carlos de la Torre y Huerta (ver figura 2.6), Pedro Vardés Ragués, y Justo Egozcue Cía, como miembro corresponsal.

Antonio Calvache Dorado, en su libro Bosquejo histórico del conocimiento de la geología de Cuba, señala:

“al terminar la dominación de España, después de 383 años de gobierno colonial, no había fundamento bastante para apreciar la importancia y la cuantía de la riqueza minera del subsuelo de Cuba”.

Sin embargo, quedaron el primer mapa geológico de Cuba, y algunas obras dedicadas a la caracterización de nuestro subsuelo y a describir algunos de sus tesoros mineralógicos y paleontológicos.
 

ETAPA DEL GOBIERNO DE INTERVENCIÓN NORTEAMERICANO

Durante la intervención norteamericana, el general Leonard Wood, gobernador general de Cuba, hizo venir una comisión del Servicio Geológico de los Estados Unidos de América, con el propósito de obtener una valoración de los recursos minerales y energéticos de la isla. Esta tarea se le encargó a los geólogos C.W. Hayes, T. Vaughan y C. Spencer, quienes llevaron a cabo una minuciosa compilación de todos los trabajos previos sobre geología y minería, complementándolos con sus propias investigaciones en el campo y el laboratorio. De aquí, resultó el Informe sobre un reconocimiento geológico de Cuba, publicado en 1901, el cual, durante algunos años, constituyó la principal fuente de datos geológicos relativos a nuestro territorio. En dicho informe se ofrece, por vez primera, un esquema de la estructura y la evolución geológicas del país de acuerdo con los conceptos de la época, y se reproduce el Croquis geológico…, de Fernández de Castro y Saltaraín Legarra. Por entonces, y durante toda la primera mitad del siglo XIX, se explicaba el origen de los cinturones plegados a partir de la teoría del geosinclinal, concepción abandonada a principios de la década de 1960.

El trabajo de los geólogos mencionados sirvió de base para que muchas compañías extranjeras se interesaran por la exploración más detallada de distintas partes del territorio nacional. Para facilitar la penetración del capital, el gobierno emitió la Orden Militar 145, que eximía de pago a los concesionarios mineros. Esta abrió el camino para el acaparamiento de denuncios mineros, sin tener que pagar impuestos ni la obligación de investigar o explotar el mineral. Gracias a esto, los yacimientos de hierro de la costa norte de Holguín (futuras minas de níquel y cobalto), se convirtieron en reservas de las compañías siderúrgicas norteamericanas. Durante esta etapa, se extrajeron 60 168 t de manganeso, 1 517 117 t de hierro y 107 t de cobre, que fueron exportadas a los Estados Unidos de América.
 

ETAPA REPUBLICANA NEOCOLONIAL

Durante el medio siglo de gobierno republicano neocolonial (1902 a 1958), se realizaron diversas investigaciones, y no pocos descubrimientos en materia de geología y minería. Entre los cubanos que dieron su aporte en este período ocupan un lugar destacado: Carlos de la Torre y Huerta, por sus trabajos paleontológicos; José Isaac del Corral, por sus investigaciones hidrogeológicas, geológicas, tectónicas y mineras; Jorge Brödermann y Vignier, quien realizó numerosos trabajos de geología, paleontología, estructura geológica, recursos minerales y petróleo; Jesús F. de Albear y Franquiz, Mario Sánchez Roig, Pedro J. Bermúdez, y Alfredo de la Torre realizaron estudios de los fósiles y las rocas de Cuba.

De los trabajos más importantes realizados por geólogos y paleontólogos cubanos, se cuentan: el Levantamiento geológico de Cuba, bajo la dirección de Jorge Brödermann, en el que participaron Pedro J. Bermúdez, Jesús F. de Albear, entre otros; así como el Catastro minero del país, elaborado por Antonio Calvache Dorado y otros colegas. En 1946 se imprimió el Mapa geológico de Cuba escala 1:1 000 000, , y fueron publicados muchos artículos científicos en el Boletín de Minas, en la Revista de la Sociedad Cubana de Historia Natural “Felipe Poey”, en la Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros, entre otras. Es interesante destacar que en 1940 Isaac del Corral publica su obra El geosinclinal cubano, donde ofrece, tal vez, la primera aplicación de la teoría de la deriva de los continentes de Alfred Wegener, al Caribe, con la finalidad de explicar el origen de las faunas cubanas de vertebrados terrestres.

Entre los geólogos extranjeros que trabajaron en Cuba, ocupa un lugar destacado un grupo de holandeses, que —bajo la dirección de Luis Rutten— realizaron al final de la década de 1930 sus tesis de doctorado con investigaciones geológicas y paleontológicas de gran calidad, en distintas partes del territorio. En 1938 se celebró la Convención Nacional de Minería, que impulsó la actividad geólogo-minera del país.

En función de la minería se realizaron investigaciones sobre las riquezas de cobre, manganeso, hierro y cromo, por distintos geólogos norteamericanos cuyos trabajos son importantes contribuciones al conocimiento geológico. Pero las prospecciones más detalladas las realizaron los geólogos contratados por las compañías interesadas en la localización de recursos energéticos. En este sentido, los estudios comenzaron muy temprano y adquirieron su mayor auge en la segunda mitad de la década de 1940, y en la década de 1950. De este modo, se cubrió una parte importante del territorio con cartografía geológica a escala media, y se logró en parte descifrar la composición, la estructura y la evolución geológica de nuestro territorio, cuyos resultados tienen vigencia aún en la actualidad. Las más importantes contribuciones se deben a Paul Truitt, George Pardo, Giovanni Flores, Charles Ducloz, Paul Brönnimann, Robert H. Palmer, Dorothy K. Palmer, Myron T. Kozary, Danilo Rigassi, Charles W. Hatten y Arthur A. Meyerhoff, aunque muchas quedaron inéditas.

La producción minera en esta etapa tuvo sus fluctuaciones. Durante la Primera Guerra Mundial, se extrajo: 4 205 000 t de hierro, 8 872 t de cromo, 406 000 t de cobre, más de 1 millón de toneladas de manganeso, 2 510 t de asfalto, 36 480 barriles de petróleo y 300 000 galones de nafta. Entre esta y la Segunda Guerra Mundial (1919 a 1939), se continuó la explotación de: hierro (6 970 000 t), cromo (649 242 t), cobre (971 355 t), manganeso (menos de 1 millón de toneladas), asfalto (120 000 t), petróleo (160 000 barriles) y nafta (8 millones de galones), y se minaron y estudiaron nuevos yacimientos de turba, arcillas refractarias y caolines, asbestos, barita, caliza, marga, magnesita, mármoles, sílice, arena silícea, oro y plata.

Durante la Segunda Guerra Mundial se incrementó la extracción minera en Cuba, pues el gobierno cubano puso a disposición de los Estados Unidos de América toda la riqueza de nuestro subsuelo. En esos años, el país suministró a la industria de guerra norteamericana: 100 % de sus necesidades de asfalto, 90 % del cromo, 25 % de manganeso, 5 % del hierro y 2 % del cobre.

Una evaluación de la situación minera en Cuba, en el año 1945, cuando se libraban los últimos combates de la Segunda Guerra Mundial, está contenido en el Informe del censo del año 1943, elaborado por el ingeniero Enrique Callado, jefe del Negociado de Minas. Su lectura, sin comentarios, demuestra la grave dependencia de la minería cubana al capital e intereses norteamericanos.

"Cuba ocupa el 4to lugar entre los países poseedores de hierro, pero queda relegado al lugar 25º (al 20o hoy), por su explotación. Esto no obstante obtenerse en nuestras minas de Mayarí un hierro que resulta inoxidable en primera fundición, por lo que se le conoce en el mercado mundial como “acero de Mayarí”. Una sola compañía controla y retiene como reserva tres millones de toneladas de hierro “limonita”, en las Sierras de Moa. En tiempos normales esa Compañía mueve su explotación un mes al año, más bien para que su maquinaria no se deteriore".

"El cromo se prodiga en nuestra tierra, principalmente en Oriente, pero se estimaba que no tenía más aplicación que en productos refractarios, no en la siderurgia. Hoy merece una especial mención porque los yacimientos descubiertos y puestos en explotación intensiva, cuando la necesidad apretó, producen cromo en rendimiento comercial y de aplicación metalúrgica excelente, tan excelente que ocupamos el primer lugar entre los abastecedores de E.U.A., lo que hace abrigar fundadas esperanzas en una explotación permanente aún después que la guerra termine. Se calcula una existencia de seis millones de toneladas".

"Nuestro manganeso es de baja ley, y abatido por nuestros escasos e impropios medios de transportación y por aranceles americanos preferentes para el de otros países, se mantenía improductivo en tiempos normales. Ahora puede ser explotado porque, como metal de los denominados de guerra, ha alcanzado un valor que puede absorber todos los excesos de costo, pero fundamentalmente por constituir una fuente de aprovisionamiento muy cerca de los Estados Unidos de Norteamérica. Se estima una existencia de veinticinco millones de toneladas. El cobre resulta de los más beneficiosos, por su explotación más regular, pero se reduce y funde en el extranjero, como todos nuestros minerales y quedamos privados del mayor beneficio que podría rendirnos su metalurgia".

En esa época, se logró establecer la tecnología para separar el níquel de la laterita y se montó una planta de beneficio en Lengua de Pájaro, pequeña península que se adentra en la Bahía de Levisa. Esta industria, a un costo de 30 millones de pesos, produjo 18 000 t de níquel al año, cuyo valor aproximado era de 10 millones de pesos, de modo que, muy pronto, se recuperó la inversión.

Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1955, las exportaciones de mineral se concentraron en: níquel (7 318 251 t), hierro (541 354 t), cromo (1 138 482 t), manganeso (1 783 563 t) y cobre (181 776 t). Estas cifras muestran el bajo crecimiento de la minería extractiva en estos años, vinculada a los intereses de los Estados Unidos de América de posguerra, que era el principal importador de estas riquezas. El Estado cubano obtuvo un porcentaje muy bajo de las ganancias, pues aunque ya existía una ley minera, gracias a los esfuerzos de José Isaac del Corral, Antonio Calvache Dorado, Roque Allende, Pablo Ortega y Ross, Eduardo I. Montoulieu, entre otros, esta ley no se aplicaba consecuentemente.

Durante este período se consumó la modernización y la puesta en marcha de acueductos y sistemas de riego. Se ejecutaron estudios hidrogeológicos para el abasto a industrias (centrales azucareros) y poblaciones, donde la Comisión de Fomento Nacional desempeñó un papel importante. También se realizaron estudios de los acueductos del Guaso (en la caverna del Campanario, 1902), que abasteció a la ciudad de Guantánamo; el de Aguada del Cura y Cuenca Sur, que aún abastecen la ciudad de La Habana (1955); y para las ciudades de Remedio y Encrucijada (1914), entre otros menores.

Para obtener una visión general sobre la época que se está caracterizando, basta con traer a colación un párrafo del informe elaborado por la Misión Truslov, enviada a Cuba por el gobierno de los Estados Unidos de América. En este texto queda de manifiesto el desprecio hacia los trabajos ejecutados por los geólogos y mineros cubanos, que en aquel período habían realizado notables aportes al mejor conocimiento de nuestra geología. El escrito reza así:

""La historia pone de manifiesto que casi todos los trabajos de explotación, levantamiento de mapas geológicos y desarrollo de nuevos recursos minerales cubanos dignos de mención, han sido emprendidos por el Gobierno de los Estados Unidos o por compañías mineras norteamericanas. Desde luego que este esporádico interés no ha sido impulsado por el desprendimiento, ni impulsado por el deseo de ayudar a la economía cubana. Ha sido el resultado de la escasez producida por la guerra —o por el temor a ella—, o de razones normales de comercio"".

 

ETAPA DEL SOCIALISMO

Desde la instauración del gobierno revolucionario en 1959, el acontecer geológico y minero del país sufre un cambio radical, pues el control y la ejecución de la prospección geológica y la extracción minera pasan a manos del Estado. Esta historia abarca hasta el año 2005.

En 1959, en Cuba, solo existía un pequeño Departamento de Geología, que formaba parte de la Comisión de Fomento Nacional, donde se realizaban estudios geológicos; en su mayoría, relacionados con la búsqueda de petróleo. Allí trabajaba un grupo de ingenieros civiles y geólogos cubanos, graduados en universidades norteamericanas, que contaba con la asesoría de algunos especialistas extranjeros. El gobierno revolucionario, rápidamente, organizó los estudios geológicos en el país, que comenzaron con la ejecución de trabajos de búsqueda y exploración de yacimientos de hierro, cobre, y polimetálicos poco conocidos en el país y con gran valor en el mercado internacional de aquella época. También comenzaron los estudios de prospección petrolera.

Dada la agresiva política norteamericana contra Cuba, junto con el incumplimiento por las empresas y compañías norteamericanas de lo establecido por la Ley Minera vigente, el gobierno revolucionario promulgó un decreto, a finales de 1959, que determinó la intervención y nacionalización de las propiedades y los archivos científicos de las mencionadas entidades. Para atesorar estos documentos se creó el Fondo Geológico, donde toda la información, incluyendo mapas, perfiles, datos e informes geólogo-geofísicos, fueron puestos a disposición de todos.

En 1960 se crea el Instituto Cubano del Petróleo (ICP), donde trabajaron geólogos cubanos junto con argentinos, mexicanos, peruanos y procedentes de la antigua comunidad socialista. En 1961 fue nombrado como ministro de Industrias (que incluía la industria minera) el comandante Ernesto “Che” Guevara, quien tomó diversas medidas para promover el desarrollo de la geología en el país, entre las que se destacan: la selección de numerosos jóvenes para formarse como geólogos en el extranjero, en lo fundamental, en los países socialistas. Se dictaron disposiciones para unificar, en una sola institución, las escasas fuerzas científico-técnicas cubanas existentes. Con esa finalidad, se dictó el decreto del 24 de octubre de 1961, donde se fundaba el Servicio Geológico Nacional, enmarcado en el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM). Años más tarde, por iniciativa de la Sociedad Cubana de Geología, esa fecha se adoptó por el Sindicato Nacional de Trabajadores para celebrar el Día del Geólogo y demás trabajadores de esta rama.

Mientras estos acontecimientos ocurrían, como parte de la Reforma Universitaria, se fundó la Escuela de Geología, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana. Su creación fue asesorada por geólogos checoslovacos y su claustro de profesores se nutrió con algunos especialistas cubanos y extranjeros que trabajaban en el ICRM. Poco después se formaría la Escuela de Minas de la Universidad de Oriente.

La política era que “cada metro cuadrado de nuestro territorio debía ser explorado y estudiado cuidadosamente”. El personal más calificado del ICRM comenzó por revisar, evaluar y generalizar la información existente y elaboró un libro y un mapa geológico de Cuba para facilitar los trabajos de búsqueda y exploración petrolera y minera. De esta iniciativa surgió el libro Geología de Cuba, de un colectivo de autores dirigido por Gustavo Furrazola Bermúdez y Constantino Judoley, así como el Mapa geológico escala 1:1 000 000 (1962-1963) y el Mapa de yacimientos minerales de Cuba escala 1:500 000. Estos resultados fueron presentados en 1964 al XXII Congreso Geológico Internacional, en Nueva Delhi.

En el prólogo del citado libro, que constituyó el primer compendio integral sobre esta temática realizado en el país, el entonces Ministro de la Industria Básica, Ernesto Guevara de la Serna, señaló:

“La importancia de este libro es, precisamente, la demostración de la magnitud del apoyo que pueden prestarse entre sí los países del campo socialista, en que Cuba, país atrasado y sin ningún desarrollo en estas técnicas, pueda a los cinco años de la Revolución, presentar una Geología de alto nivel científico para uso de todos sus futuros profesionales.”

En 1962 se fundó la Revista Nuestra Industria Tecnológica, “para dar a conocer los logros principales de los técnicos y especialistas cubanos y extranjeros”. En 1963, todos los archivos se reúnen en el Fondo Geológico Nacional para que la información geológica y minera, antes dispersa, quedó ordenada y clasificada a disposición de la geología cubana. Ese mismo año se creó el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, dirigido por el comandante Faustino Pérez, para atender las crecientes necesidades de manejo de las aguas, tanto superficiales como subterráneas, para garantizar las necesidades del desarrollo. Esta institución llevó a cabo un minucioso estudio de las cuencas de agua subterránea. Poco después, se publicaba el primer Mapa Hidrogeológico de Cuba escala 1: 1 000 000 con su memoria explicativa. También elaboró un esquema de aprovechamiento hidráulico y se construyeron numerosos embalses artificiales.

Paralelamente, en 1964, la Academia de Ciencias de Cuba creó el Departamento de Geología, al que se incorporaron algunos especialistas cubanos y alumnos de los últimos años de la Escuela de Geología. En 1965 el departamento pasó a ser el Instituto de Geología, cuyo primer aporte al conocimiento geológico del país, en colaboración de la Academia de Ciencias de la URSS, fue el Mapa Tectónico de Cuba escala 1:1 250 000. Desde 1974, esta institución se denomina Instituto de Geología y Paleontología.

En 1968, se efectuó en La Habana una reunión con representantes de las academias de ciencias de la URSS, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Hungría, con el fin de ejecutar de conjunto, la cartografía geológica básica de nuestro territorio. Los trabajos de campo comenzaron en 1969 y en 1988 culminaron exitosamente con la publicación de los mapas Geológico escala 1:250 000 y Tectónico escala 1:500 000, con sus respectivas memorias explicativas. Esto constituyó un importantísimo paso de avance en el conocimiento geológico del territorio. Los investigadores que participaron en esta tarea publicaron numerosas contribuciones científicas.

Después de terminada dicha cartografía básica de Cuba, se seleccionaron algunas regiones donde era conveniente continuar explorando, pues existían importantes indicios de la presencia de distintos tipos de minerales sólidos, fangos y aguas minero-medicinales y combustibles. Para ello, se establecieron acuerdos de cooperación en el marco del Consejo de Ayuda Mutua Económica y se distribuyeron las áreas de interés entre Cuba (Polígono Pinar del Río a La Habana), Cuba-Checoslovaquia (Polígono en la región villareña), Cuba-República Democrática Alemana (Polígono en Ciego, Camagüey y Las Tunas), y Cuba-Hungría (Polígono en Cuba oriental). Como parte de estos trabajos se realizaron —en las décadas de 1980 y de 1990— mapas geológicos a escala 1:50 000 y más detallados, acompañados de levantamientos geoquímicos (de suelos, rocas y aguas); mineralógicos (de arenas fluviales y suelos); gravimétrico terrestre; aeromagnéticogamma espectrométrico, aéreo y terrestre, así como un amplio conjunto de trincheras, perforaciones de estudio hasta 50 m de profundidad y de pozos de prospección hasta la profundidad de 500 metros. Al concluir esta etapa de trabajo, a mediados de la década de 1990, el territorio cubano estaba cartografiado en gran detalle y se abrían grandes perspectivas para la exploración ulterior y la explotación de algunos recursos. Con este objetivo posteriormente se crearon empresas de capital cubano, algunas financiadas por el ALBA y otras mixtas.

Desde la década de 1960 fueron publicados artículos y monografías que contribuyeron al conocimiento de nuestro territorio. Algunas de las principales publicaciones son: Hidrogeología de CubaLas formaciones geológicas de CubaGeología y yacimientos minerales de CubaEstratigrafía y fauna del Jurásico de CubaGeología de los complejos metamórficos de CubaCortezas de intemperismo meníferas del trópico húmedoEl antropógeno de CubaLitología, estratigrafíaTectónica y metamorfismo del macizo del EscambrayRocas ornamentales de CubaGeología del área del Caribe y de la costa del Golfo de MéxicoPaleontología del banco carbonatado de la Sierra de CubitasContribución a la geología de Cuba orientalContribución a la geología de las provincias de La Habana y de Ciudad de La HabanaContribución a la geología de la provincia de Pinar del RíoNaturaleza geológica de CubaPrincipios de prospección de yacimientos de minerales sólidosManual del ingeniero-geólogo hidrotécnicoEstudio ingeniero-geológico del carso cubano, entre otros. Además surgieron publicaciones seriadas cubanas como: Revista Tecnológica, Revista La Minería en Cuba, Revista Minería y GeologíaReportes de Investigación de la Academia de Ciencias de Cuba, Serie Geológica del Centro de Investigaciones Geológicas, Revista Ciencias de la Tierra y el Espacio de la Academia de Ciencias de Cuba, Revista Voluntad Hidráulica del Instituto Nacional de Recursos Minerales, entre otras.

En la segunda mitad de la década de 1980, un colectivo de profesionales del Centro de Investigaciones Geológicas del MINBAS, incluyendo geólogos del antiguo campo socialista, publicaron los mapas Geológico, de Yacimientos Minerales Metálicos, y de Aguas Minerales, No Metálicos y Combustibles de la República de Cuba, todos a escala 1: 500 000.

En el período de 1990 a 2005 se publicaron importantes títulos que aportaron valiosos datos al conocimiento geológico del país. Entre estos, se destacan: Contribución a la hidrogeología y medio ambiente en CubaRocas bituminosas de CubaNuevo atlas nacional de CubaInvestigaciones hidrogeológicas en CubaOfiolitas y arcos volcánicos de CubaEstudios sobre geología de CubaCaribbean Plate Tectonics. Además, se han editado obras en formato electrónico (CD-ROM), tales como: Estudios sobre los arcos volcánicos de Cuba; Mapa de rocas y minerales industriales de Cuba (Escala 1:1 000 000); SIGEOL: Diseño del Sistema de Información de Geológica de Cuba; Origen y evolución del Caribe y de sus Biotas marinas y terrestres.

Según el Atlas nacional de Cuba publicado en 1979, los aportes económicos de la minería en el año 1975 fueron: minerales= 83 millones de pesos, materiales de construcción= 362 millones de pesos, petróleo y sus derivados= 425 millones de pesos. Estas cifras representan, respectivamente el 1,4 %, 6 % y 7 % del PIB de ese año. Estas producciones incluyeron minerales de níquel-cobalto-hierro, cromo, cobre, oro, pirita, magnesita, feldespato, caolín, yeso, mármol y arena sílice. También se explotaron numerosas canteras para elaborar piedra triturada, en un volumen aproximado de 8 919 000 m3.

Gracias a los trabajos de prospección geológica, en ese año estaban listos para su explotación yacimientos de petróleo, turba, laterita ferroniquelífera, cromo refractario, cromo metalúrgico, cobre, plomo-zinc-cobre, manganeso, hierro magnetita-hematita, hierro limonítico, tungsteno, plata y oro, así como de pirita, barita, magnesita, anhidrita, mármol, bentonita, arcillas, arenas y piedras. Se disponía de 4 318 036 m3 de agua embalsada, varias fuentes de aguas termomedicinales y enormes recursos de aguas subterráneas.

Aunque desde la creación del Instituto Cubano de Recursos Minerales comenzó la exploración de petróleo y de gas natural, hay que subrayar que a mediados de la década de 1970 llegó a Cuba un amplio grupo de investigadores soviéticos, con la misión y el financiamiento necesario para realizar una evaluación profunda de las perspectivas de este recurso. De conjunto con los cubanos se elaboraron mapas de la estructura geológica de Cuba, evaluaciones de las regiones con perspectivas gasopetrolíferas, y se descubrieron algunos yacimientos nuevos. Después de promulgada la Ley de Inversión Extranjera, se establecieron contratos con compañías internacionales para continuar la prospección, lo que ha conducido a incrementar, tanto las reservas como los niveles de extracción de petróleo y de gas.

En diciembre de 1994 el Parlamento cubano aprobó la Ley 76 (Ley de Minas), que se promulgó el 23 de enero de 1995. La referida ley designa a la Oficina Nacional de Recursos Minerales (ONRM) como autoridad minera, adscrita al Ministerio de la Industria Básica (Actual Ministerio de Energía y Minas). Esta oficina mantiene las funciones del antiguo Fondo Geológico y adquiere nuevas responsabilidades. Desde entonces, la Oficina ha desempeñado un importante papel en el ordenamiento y el control de la actividad minera, desde la explotación hasta el uso racional y la exportación de los recursos minerales.

A partir de la década del 90 comenzaron un conjunto de proyectos internacionales con la participación de profesionales cubanos y de otros países, con el objetivo de investigar una amplia variedad de temáticas de corte científico. Gracias a estos estudios se obtuvieron nuevos datos y se logró elevar el conocimiento de la constitución e historia geológica de Cuba. Estas colaboraciones se establecieron con especialistas e instituciones de España, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Argentina, Estados Unidos de América, Estados Unidos Mexicanos, China y Australia, entre otros; provenientes de universidades, museos y centros de investigaciín científica. Asimismo, y desde la década de los 80, se participó en proyectos internacionales financiados por la UNESCO y la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, mediante el Programa Internacional de Correlación Geológica (IGCP). De esta etapa han resultado numerosas monografías y artículos científicos.

Recientemente se está llevando a cabo una reorganización de las instituciones del Estado y se ha refundado el Servicio Geológico Nacional. Las principales instituciones que actualmente trabajan en el campo de la geología son: Instituto de Geología y Paleontología (IGP), Empresas Geomineras del Grupo Empresarial GEOMINSAL, Centro de Investigaciones del Petróleo (CEINPET) y Empresas de Extracción de Petróleo de CUPET, Unión del Cemento y del Vidrio, Oficina Nacional de Recursos Minerales (ONRM), todas del Ministerio de Energía y Minas (MINEM); el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), y las Empresas de Investigaciones y Proyectos de la Construcción; Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas a la Construcción, Empresas de Materiales de Construcción y Unión del Mármol, todas asociadas al Ministerio de la Construcción. También están las Empresas de Proyectos y Grupo Empresarial GEOCUBA, del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR); el Centro Universitario de Pinar del Río, el Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa y el Departamento de Geociencias del ISPJAE, todos del Ministerio de Educación Superior (MES). El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) incluye el Instituto de Geofísica y Astronomía, el Instituto de Ciencias del Mar y el Museo Nacional de Historia Natural adscritos a la Agencia de Medio Ambiente.

El 24 de febrero de 1979 fue fundada la Sociedad Cubana de Geología (SCG, www.scg.cu), que agrupa a la mayoría de los profesionales y técnicos de la geología, geofísica, minería y especialidades afines. La SCG tiene entre sus objetivos contribuir al desarrollo de las ciencias geológicas, promover vínculos con profesionales de especialidades vinculadas y garantizar la divulgación de sus experiencias, resultados y aplicaciones para el beneficio de la sociedad. Su primer presidente fue el Dr. Gustavo Furrazola Bermúdez (1979-1983), maestro de varias generaciones de geólogos y paleontólogos cubanos. Después, han ocupado ese cargo el Ing. Pedro Vega Masabó (1983-1987), Dr. José Antonio Díaz Duque (1987-1993), Dr. José Fernández Carmona (1999-2002), Lic. Roberto Gutiérrez Domech (2002-2004), el Dr. Evelio Linares Cala (1993-1999, 2004-2007), el Dr. Manuel A. Iturralde Vinent (2008-2016) y MCs. Kenya Núñez Cambra (2017-). En la actualidad, la Sociedad cuenta con diez filiales, que agrupan más de 1300 miembros en todo el país.

La SCG ha organizado numerosos eventos científicos nacionales e internacionales. En este sentido, recogió la antorcha de los geólogos y mineros del siglo pasado, que, El Primer Simposio de la Sociedad Cubana de Geología, se celebró, en 1981, en el Capitolio Nacional; hasta la fecha, se han celebrado seis Congresos Cubanos de Geología y Minería (1989, 1994, 1998, 2001, 2003 y 2005) y tres Congresos de Geofísica (1998, 2002 y 2005). Además, se han efectuado otros eventos internacionales como Zeolitas’91 en La Habana (1991), XIII Conferencia Geológica del Caribe en Pinar del Río (1992), III Simposio de Geofísica (1996), Primer Simposio de Minería en Matahambre (1996), IV Conferencia Latinoamericana de Geofísica (2002), y Talleres Internacionales GEOINFO e IGCP-UNESCO. En estos eventos se presentaron numerosos trabajos científicos de gran importancia para la geología del país, que aparecen publicados en las correspondientes Memorias. A partir de 2005, y cada 2 años, se celebran las Convenciones de Ciencias de la Tierra y Ferias de Productos y Servicios. En la primera, celebrada en el Palacio de las Convenciones de La Habana, se reunieron —para orgullo de la ciencia cubana— alrededor de 600 profesionales y técnicos de las distintas especialidades de las Geociencias, tanto cubanos, como extranjeros. Posteriormente se han seguido celebrando estos eventos con una asistencia mayor.

Otras sociedades existentes en Cuba, relacionadas por su perfil y actividades con las Geociencias, son: la Sociedad Espeleológica de Cuba (SEC), la Sociedad de Geografía (SG), y la Asociación Nacional de Ingenieros y Arquitectos de la Construcción de Cuba (UNAICC).

La SEC ha contribuido en gran medida al conocimiento de la geografía de nuestro subsuelo, al estudio de las regiones cársticas, a la paleontología de los fósiles que aparecen en las cavernas, a la mineralogía de las formaciones cristalinas, y a la historia del conocimiento de la naturaleza cubana, sobre todo gracias a los trabajos de su fundador, el Dr. Antonio Núñez Jiménez. La SG ha fomentado el conocimiento y la divulgación de la geografía como ciencia de la naturaleza cubana, y, en los últimos años, ha participado en estudios medioambientales.

La UNAICC es una asociación de interés social, de carácter profesional, integrada por arquitectos, ingenieros y otros profesionales afines a la construcción, incorporados a las tareas de la edificación, la consolidación y la defensa de la nación cubana. Dentro de su objeto social están, entre otras actividades, establecer convenios y programas de colaboración con organizaciones profesionales homólogas, y con entidades de la construcción, organizar actividades de superación técnico-profesional y eventos científico-técnicos. Cuenta con miles de afiliados y varias filiales en las provincias.

Evaluada de conjunto la historia de la geología y la minería cubanas, se evidencia que cada etapa histórica fue precedida por una evaluación de los recursos naturales del territorio; ya sea para ponerlos en función del desarrollo socio-económico del País, o para aprovecharse de estos y “sacar el mejor partido”. Estas experiencias nos enseñan que los recursos naturales de cada país deben estar controlados por la ley, a fin de que sirvan a los mejores intereses del desarrollo sostenible y a la protección del medio ambiente.

 

(*) Pérez Pérez, C. e Iturralde-Vinent, M.A. 2010. Historia de la geología y la minería en Cuba. En: Geología de Cuba para todos. Editorial Científico-Técnica, La Habana, pp. 3-17.

 

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